1. No sabes que hacer.
¿Por dónde empezar? ¿Cada cuánto hacerlo? ¿Cómo hacerlo?
Se ven muchas cosas en internet, en la tv, o se escuchan por la radio…
Pero, ¿cuáles de esas cosas son las adecuadas para ti?
Seguramente, ninguna.
Y es que, saber el punto del que partimos, el punto al que queremos llegar, todos los puntos que hay que ir recorriendo en el proceso, es algo imprescindible.
Vamos a desgranar solo uno: punto de partida.
Nivel de entrenamiento, capacidades físicas, movilidad, salud postural, falta de tono muscular más acentuado en unos grupos musculares que en otros, estructura ósea característica de cada persona, dolores o lesiones que hayamos tenido anteriormente o tengamos en el momento en el que nos iniciamos... ¿Sigo? Jajaja
Invierte en ti.
2. Te cuesta coger el hábito.
Siempre hay una excusa, cualquier cosa es buena cuando no nos apetece hacer algo, cuando hacemos algo por “obligación”.
Coger un hábito, adaptar de verdad el entrenamiento a nuestros gustos (dentro de lo que cabe) y necesidades, es primordial. Para ello, tenemos que hacer que nos apetezca, tenemos que encontrar aquello que poco a poco vaya formando parte de nuestro día a día para disfrutar del proceso, disfrutar del cambio.
Supone un esfuerzo, obviamente, pero es que si queremos algo diferente, tenemos que hacer cosas diferentes.
Para ello, como en todo, tener un profesional que sepa cómo hacerlo es muy importante.
Invierte en ti.
3. Haces dietas o entrenamientos tipo.
Internet, redes sociales, tv, radio, modas… demasiada información.
¿Cuál es de fiar? Ahí ya va habiendo menos cantidad…
¿Qué se adapta a ti? Posiblemente, nada de lo que encuentres en internet.
Cada persona somos un mundo, tod@s somos diferentes un@s de otr@s: horarios diferentes, objetivos diferentes, capacidades diferentes, cuerpos diferentes…
¿De verdad piensas que el entrenamiento del chic@ que viste por la tv te va a funcionar igual de bien que a él?
O… ¿que la dieta de 1650 calorías de tu prim@ se adapta a tus necesidades nutricionales?
Invierte en ti, invierte en un buen profesional, alguien que adapte tanto entrenamiento como alimentación a tus necesidades, horarios y objetivos.
4. Normalizas el dolor en tus entrenamientos.
Vas al gimnasio, y te sientes fenomenal porque has hecho una rutina súper interesante que encontraste en internet y te duele todo el cuerpo.
¿Sabes si esos dolores son articulares? ¿Si son los producidos por la fatiga muscular o van más allá? ¿Sabes? Por ejemplo, ¿si todos los músculos que dan estabilidad a tu cuerpo estaban activos para evitar movimientos y compensanciones posturales inapropiados?
Invierte en ti.
5. Focalizas en objetivos, pero… ¿y la salud?
Vámonos en este punto al apartado de la alimentación.
Quiero bajar 8 kilos, y para ello, hago lo que sea…
No me fijo en si estoy cubriendo la ingesta necesaria de macro y micronutrientes, ni en los ingredientes de los alimentos que como. Simplemente me fijo en llegar a las calorías marcadas para alcanzar mi objetivo sin dar importancia a lo que de verdad lo tiene. LA SALUD.
Centrémonos en cuidarnos, que de eso se trata, además, a partir de ahí los objetivos llegarán más fácilmente y para ello, necesitas la ayuda de un profesional.
Invierte en ti.
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